Instalación cuyo único material son letras

Thursday, July 20, 2006

El espíritu en Resort

Las distintas existencias compartidas, las acumulaciones de significados que duermen en cada ente, el mundial de fútbol, los días que pasan entre los días y en algunos escribo y en otros vivo para después tener algo que escribir. Lamentable o afortunadamente, como se prefiera, las reconstrucciones lingüísticas que se hacen de las experiencias de vida son siempre imperfectas, o perfectas que es lo mismo.

La perfección se ríe con un tono burlón que siempre me ha molestado un poco, es de esos conceptos que no me terminan de caer bien. Me es igual de trascendente la discusión sobre la perfección que la discusión sobre el relativismo en la interpretación de la leyes. Hoy prefiero cenar arroz y carne tártara que mermelada conceptual o que leche de vaca capitalista, mas que doctrinas de pensamiento, mas que escuelas de Frankfurt, mas que la verdad que se encierra en todos los grandes libros, mas que la justicia que pueda vivir en el mas reconocido de los jueces. Los jueces pobres de ellos, tan miserables que ni siquiera se me antoja hablar de ellos, pero ojala que el día que alguno me juzgue me encuentre inocente y culpable a la vez, sin vez.

Los dedos en las posiciones correctas para presionar las teclas, para recrear las nubes, para evocar al diablo, para destruirlo, para burlarse de dios, para darse cuenta de que no existe. Los dedos en las posiciones correctas. Y aun me cuesta trabajo encontrar el lugar de cada uno, en donde presionar cada tecla de esta teclado para en símbolos tratar de recrear lo que soy, lo que no soy.

El wiskey, el tabaco, Eva que vuela en un horizonte sin luz en donde la materia no existe y donde la gravedad es tan suave…
Cuatrocientos niños cayendo hacia arriba, la música que se ha convertido en un elefante que se sienta en una biblioteca en la antártica a escuchar la armonía del silencio. Los dedos charlan con el elefante y la perfección se inmiscuye de nuevo en el texto, solo para que a los que les gusta clasificar a los espíritus les parezca que hay alguna congruencia en toda esta incongruencia.

El espíritu no habita en los textos como nosotros habitamos en un cómodo resort en la orilla de la playa. El espíritu habita en los textos por que es una consecuencia natural de toda la negatividad en la que estamos sumergidos. Una negatividad que es tanta que la creemos positiva, creemos torpemente que las cosas existen, cuando en realidad una existencia es una inexistencia. El helado de chocolate, las tardes por las que caminaba en las calles del centro junto a mi abuela, recorríamos las tiendas buscando la mejor textura, lo mas sutil efímero constante, que se pueda atrapar en una tela, el principio del zurcido, buscábamos sus lienzos. A la abuela siempre le gusto crear sueños, para que alguna mujer se los pegase al cuerpo y bailara con ellos. Los grandes trazos en su mesa de trabajo y el maniquí en el que probaba los ensayos de sus quimeras textiles.

La deconstruccion, recuerdo un día que mi madre me dijo: “Iván, te das cuenta de que ha menudo creas algo a raíz de destruir primero”. Yo vine a destruir con música, a destruir con ideas, a destruir con el amor, a destruir mi cuerpo lentamente. Quiero vivir cien años, y a los ciento uno fumarme mi último cigarro. Quiero tener una hermosa relación sexual con la muerte, el día que ella venga a mi puerta a seducirme y me convenza de ceder al vértigo, me convenza sin vencerme, de saltar en el precipicio de mi mismo. Destruyó lentamente mi cuerpo por que si lo preservara intacto, obviamente no viviría. Me hace gracia ver que la calle esta llena de gente que decidió disecarse para no entrar en un proceso de deterioro, y andan por ahí, así, disecados. Lo malo de ese proceso es que lo primero a lo que uno tiene que renunciar, cuando no acepta que esta muriendo día con día, es al corazón, si negamos la muerte, por ende negamos el corazón.

Me busco desde el principio del día y generalmente suelo encontrarme por la noche, hoy me corte el pelo, y las ideas cada vez se me entrecruzan mas. Los cuerpos desnudos, el sudor, la vida y el Eros, la muerte, un tanatos erótico, la conciencia en pleno viaje, con pase de abordar e hipnotizada por la capitán del barco que lleva alas. Labios que no se sueltan a pesar de que el mundo gira a gran velocidad y de que todos vamos en él, aunque lo curioso es que cada quien va a una velocidad distinta. Bueno, ¿pero que nadie se da cuenta de que estamos metidos en una estupidez? que ha durado tantos miles de años que parece que pues así es y ya. Pues no, todo esto es un absurdo y Cortazar no es que haya descubierto el hilo blanco, simplemente se dio cuenta, por que es fácil darse cuenta, pero a la mayoría los asusta. Miles de hombres lo han hecho, Platón con su cueva, Pessoa con su diablo encantador y transparente, el viejo que vive en el bosque y lo percibe por las madrugadas cuando calienta su café en un hornillo eléctrico que le regalo su hijo, el que vive en la ciudad. Mi bisabuela compro un reloj de cuerda en Tokio por ahí de los años setentas. Hace poco la vieja me regalo su tiempo, símbolo de su recorrido por el planeta, ahora el reloj vive en mi constante de agua.

La luz, el aire, respiración, la mirada, el corazón que late, el cerebro que funciona tan complejamente que la dialéctica no es suficiente para comprenderlo. Siempre incomprensible, siempre mentiras, siempre pensar y mentir, siempre pensamiento, siempre inconsciente, siempre lo que no es, siempre la noche, siempre el sexo, siempre el arte, siempre el concepto golpeado, ultrajado, violado, siempre la razón en su actitud pedante, sedante, astuta y distraída. Einstein tentado a creer en dios y tirando la ceniza en el caviar. Freud buscando el soma, descubriendo la coca y en el principio del nombramiento de la falta. A raíz de la trascendencia del dogma, en la búsqueda del paraíso, se logro poner de manifiesto, ahí, en los consultorios de batas blancas, lo que Nietzsche ya venia alucinando años atrás; todo es una mentira. Una mentira deliciosa, una mentira vaginal, una mentira lubricada en el jugo de los amantes jóvenes. Una mentira sensualizada en la relatividad y acariciada por la velocidad de la luz. Eros tan verdad, tan mentira, tan cerca de esa curva en la energía y en la materia, tan cerca de un hoyo negro en el espacio, tan cerca de un orgasmo.


El anticristo juega domino. Poesía emborrachada montando un camello, en la nuca de un anciano asustado, Poesía desnuda saliendo de la regadera, después de una noche con un tipo que conoció en el decadente bar, del lujoso barrio donde se rento una casa. La casa de la Poesía esta echa de piedras muy suaves, tanto que parecen telas, tanto que parecen de seda, tanto que parecen gusanos, tanto que parecen mentira, tanto que parecen verdad, tanto que parecen una ley, tanto que parecen un absurdo, tanto que son extaciantes, tanto que resultan aburridas, tanto que el amante la sedujo con versos de Octavio Paz, Tanto que “La puesta en escena de la libertad del otro” se convirtió en el grito que simbolizo su orgasmo.

Un orgasmo que decidió viajar por el mundo armado de cuatrocientos mil pesos (falsos) que llevaba en cheques de viajero y joyas de la corona de un reino de helio, de un castillo de diamante, en un pueblo sin sombras en un mundo de barro.

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