Instalación cuyo único material son letras

Monday, September 04, 2006

La música omnipresente

La plenitud, la felicidad que provoca estar vivo. Y es que sí, fácilmente caigo en provocación. Como esta provocación espontánea, siendo las cuatro con cinco de la mañana, me he decidido por una provocación, a presionar el teclado, como en las imágenes que he visto de Pollock pintando, a aventar la pintura (o el espíritu) al lienzo. En este caso la pintura es la palabra y el lienzo los ojos.

La música omnipresente. Cada sonido es una nota en el pentagrama de la existencia. Los sonidos son la vida, los silencios son la muerte, tan hermosos los unos como los otros. La música sin silencio no es posible. Lo interesante es escuchar el silencio. Así como el sentido del Psicoanálisis es darse cuenta de la muerte. La palabra Psicoanálisis suena técnica, pero es lo que es. Solo desde el análisis de lo que no es, es que podemos darnos cuenta de ese vació que nos acompaña como instinto.

La muerte y la vida. Dos extremos separados por qué, acaso por cien o menos años de presencia del cuerpo. La verdad es que las dos son mentiras, no existe ni la vida ni la muerte, ambas son facetas de la transformación constante en que se encuentra la materia. ¿Pero y la conciencia? ¿Y la diferencia? Eso que hace que mis textos al igual que mi rostro sean algo único en el universo. Tal vez ahí esta el engaño; en pensar que mi rostro y mis textos son algo único en el universo.

El placer de la palabra, el placer que me da cada que decido que termine un texto, como si eso fuese posible, como si un texto pudiese terminar, como si fuera posible dejar una idea plasmada. Es ego, es goce, es creatividad, es sublimación, es autocomplacencia, es reivindicación, es erotismo, es el asesinato de la inexistencia de lo que ahora son estos resabios de lo que yo fui.

Es la repetición, es de nuevo recrear el entrar en otro cuerpo, no mediante la calida experiencia de la desnudes y la humedad en la que introducimos lo que somos en el otro. Esto es palabra, es placer con el otro. Cuando mato el texto con el punto final, incluso yo me convierto en el otro.

Mis manos golpeando la piel y la madera, en Eros el animal y el árbol, la fusión de vidas, la convergencia de instantes. El ritmo, la cadencia, la mirada de una mujer, que es todas las mujeres. El anuncio de mi muerte, todo plazo se cumple, y mis ojos y mi boca y mis manos, saben que el anuncio esta dado y que el plazo es lejano, aunque duerme a mi lado. Mis manos saben moverse, caminan sobre estas letras y bailan libremente sobre las cuerdas, mi cuerpo sabe de música.

El reloj, la mirada, percusiones, guitarras, libros, pinturas. Un espejo a mis espaldas. Sentadas en un café frente al símbolo falico de la historia y la propiedad convertida en nación, están dialogando como dos grandes amigas la Locura y la Política. Conversan sin pronunciar palabra pero escuchan atentamente lo que se dicen una a la otra. Son casi susurros, se miran fijamente y les da un poco de miedo el saber en la forma de mirar, que tienen un fuerte deseo escondido la una a la otra. Terminan emborrachándose y haciendo el amor en un cuarto de hotel de paso. Todos deseamos que ningún paparazzo las haya visto, ojala que el mundo no nos enteremos que son amantes.

Mis manos golpeando la piel y la madera, en este momento mi discurso se duerme y se queda escribiendo mi incongruencia. Mi absurdo siempre esta a la espera de su turno para demostrar que el también es un gran artista. Pobre, no sabe que yo no soy eso. O tal vez si y el que no lo sabe soy yo, como si yo fuera yo, y no todos los yo que son yo. Y es tan placentero ser yo.

Soy el mismo niño que juega, afortunadamente he podido seguir inventando mi propio juego, me avente del abismo y aquí sigo flotando en el, pues en el siempre estuve. Al igual que tu. ¿O tu eres de lo que cree que no estamos en el abismo?